LOS BASACACHIS DE LA VIDA
Ricardo Valenzuela
Una de las sabias lecciones que yo recibiría
de mi abuelo fue cuando yo tendría 6 o 7 años. Sería en una ocasión que, como
todos los días, los vaqueros me llevaban con ellos a campear por los potreros
del rancho verificando que todo estuviera sin pendiente. Pero, en lugar de la
clásica campeada, fuimos directamente a recorrer la vía de un caudaloso arroyo
que pasaba a unos cien metros de las instalaciones del rancho. Un arroyo que,
por motivos desconocidos, había inundado gran parte de los corrales del rancho,
las canoas donde se le ponía comida al ganado, y las siembras de forraje.
Después de cabalgar un buen rato hacia el este, llegábamos a un lugar en donde se veía una especie de bordo que interrumpía la corriente del arroyo que llegaba desde la sierra con gran fuerza, y era lo que había provocado esa inundación que amenazaba con ser mas grande. Yo, con la curiosidad de niño, le pregunto al viejo mayordomo, el Churi ¿Qué esto Churi? El viejo vaquero preocupado por la avenida que se anunciaba y no quería perder tiempo, me responde, “esto es un basacachi, y en la noche que lleguemos al rancho, pregúntale a tu tata todo lo demás”, pues él sabía bien lo preguntón que yo era y la urgencia de atender este problema.