RICARDO VALENZUELA
Monumento a un ladrón, sin honor ni palabra, un traidor que sufre por el horrible fisico con el que Dios lo ha castigado.
Ricardo Valenzuela
Quisiera arrendarme aquellos bellos años
Cuando ya adulto me asomaría al mundo
Todavía sin saber era lugar nauseabundo
Porque yo solo veía los primeros peldaños
No veia al sapo coppel rata y sus engaños
Y caminar libre sin el pesado cargamento
Con el que estos años luego así convierte
Nuestros pasos lentos, así nunca atreverte
A recorrer el mundo bajo este firmamento
Ni los sapos ratas robando cada momento
Quisiera despedirme de mi amado abuelo
Para decirle que voy ya abandonar el nido
Y solicitar lo que yo nunca le habia pedido
Su bendición para así ya iniciar este vuelo
Quisiera luego eso que pareciera imposible
Un abrazo de mi padre ya no su acusatoria
Que luego me diga yo conseguiré la victoria
Porque él me enseñó a ver hasta lo invisible
Quisiera también despedirme de mi madre
Para que ella me de esa especial bendición
Me diga convencida yo cumpliré esa misión
No me eche jaculatoria y tampoco me ladre
Quisiera así dejar este lugar donde yo nací
En una mañana sin nubes y ese sol brillante
Y dejar mi tierra, pero sin dudar un instante
Que conquistaría este mundo y así lo decidí
Luego ir a despedirme a mi querida Angela
Esa viejecita siempre estaba en mi cabecera
Y el amor que allí nuca tuve ella lo supliera
De mañana me peinaba para ir a la escuela
Ir de nuevo al racho con el viejo mayordomo
El Churi quien hiciera de mi un buen vaquero
Que me enseñara ese oficio que tanto quiero
Y no te mueras viejo que muy pronto retomo
La rienda para la arriada y mi caballo palomo
Caminaré sonriendo por cualquier continente
La gente sabrá que llegó un hombre especial
No viste máscara y tampoco es un ser virtual
Su mirada limpia como el agua en la vertiente
Para construir un mundo libre, independiente
Y entre todos edificar mundo nuevo diferente
No el de oligarcas comerciando con prisioneros
Un paraíso de libertad sin sapos coppel rateros
Paraíso que de niño siempre inundó esta mente
Arrendarme seguro que la vida fue consecuente
Gentes necias que no culpáis
A este sapo de ser tan ladrón
Sin ver que también es rajón
si merece pronto lo ajusticiáis
Si con esa ansia sin igual
Solicita siempre gallardía
Ese sapo jamás se dotaría
Pues de seguro la incluiría
En sus robos el sapo chacal
Si queréis apelar la creencia
De sus robos de tal gravedad
Pues decís fue por necesidad
Que el sapo roba con urgencia
Parecen querer siempre denuedo
De ese sapo para actuar tan loco
Pero si le abren la puerta un poco
Nunca esperen que tenga miedo
Queréis con presunción necia
Encontrar todo lo que buscáis
Y pretender vos todos admiráis
Del sapo cuando toca y deprecia
Pues con su inmoralidad arrecia
Que humor pudiera ser más raro
Que el que, falto de algún consejo
el mismo sapo les empañe espejo
Y luego se queja que no está claro
Con ese simpleza y el gran desdén
Tendréis la condición siempre igual
Encantados porque no les hace mal
Sin darse cuenta robó hasta sartén
Opinión nunca habrá una que gana,
Y hasta aquella que más se recata,
Y no admite que el sapo es una rata
Pero si alguien lo admite será liviana.
Siempre tan necios y ciegos andáis
Que con desigual medida ese nivel
A veces culpáis al sapo rata y cruel
y a otras por no serlo tanto culpáis.
¿Y a cuál sapo deberán de culpar,
aunque cualquiera otro mal haga
el sapo que peca por la gran paga
o el otro sapo que paga por pecar
Porque el sapo solo disfruta robar
Ricardo Valenzuela
Llegué al oscuro callejón de un sapo horrible
No lo veía, pero estaba muy seguro ahí estaba
Porque este sapo mantecoso siempre bufaba
Temblando dice, que bien tú estés disponible
Tengo una petición y tal vez suene increíble
Ha pasado mucho tiempo y tú ya te jodiste
Te robé y para esto tu nunca tuviste salida
La traición fue hace muchos años, ya olvida
Y confieso gané mucho con lo que perdiste
También acepto fue una trampa y tu caíste
Con tu dinero pagué las buenas educaciones
Las de mis tres hijos y todas sus necesidades
Ahora acepto que no tenía esas posibilidades
Y simplemente aproveché cualquier ocasión
Pagué hasta los festejos de sus graduaciones
Ricardo Valenzuela
“EU es un país libre, rico y próspero porque sus habitantes son hombres morales. Pero, si algún día abandonan esa moralidad, también los abandonará ese libertad, riqueza y su prosperidad.”
Alexis de Tocqueville
El mensaje de Tocqueville fue escuchado y los EU con su libertad y moralidad surgieran como el milagro del siglo 19 desplazando al Imperio Británico del lugar ocupado. Una moral que ya no existe víctima de nuevos destructores. Esta larga nota fue motivada por mi búsqueda de las raíces que impulsan a esos verdugos de la libertad y de las economías libres para destruirlas. Porque, desgraciadamente, en mi transitar por los sangrientos campos de batalla en que ellos han convertido esas economías donde los valores originales se han archivado, he sufrido muchas agresiones, pero, cuatro de ellas me han provocado una dolorosa herida. Ya a estas alturas de mi vida, como obligación moral, debo denunciarlos .
Las agresiones más grandes que he sufrido en mi vida profesional han sido de parte, no de competidores, ni de gobiernos, ni enemigos personales, sino de tres cercanos familiares y, sobre todo, de ese sapo Coppel criminal a quien yo llegué a considerar como uno de mis cercanos amigos. Dos de ellos, uno primo hermano, y mi hermano, han sido más fácil de analizar e interpretar porque ambos siempre habían exhibido conductas psicópatas bordeando en lo criminal.
Ricardo Valenzuela
Te condeno a sufrir te espera ese despecho
Cuando ya no puedas ocultar esos aparejos
Y siempre te los recuerden grandes espejos
Cuando te digan, sapo cuanto mal has hecho
Te condeno a vivir en esas mediocres arenas
De tu desierto inmundo, seco y tan pestilente
Pues de tu vida lo único que ha sido diferente
Porque todo lo que tocas siempre envenenas
Te condeno a sufrir las más horribles penas
Como las hoy que sufren tantos que timaste
Los que cruelmente y sin dudar defraudarte
Pues tu así vives repartiendo tus gangrenas
Una importante lección para jamás permitir que otro presidente sufra una persecución como ésta, simplemente porque el candidato perdedor y su grupo de embaucadores nunca han podido aceptar haber perdido.
Un buen día de verano del 2015, Donald Trump aparecía en el vestíbulo de su edificio, la Torre Trump, para notificar al mundo sus intenciones de buscar la presidencia de los EU, al mismo tiempo que enumeraba una interminable lista de problemas que enfrentaba el país, mismos que habían permanecido sin atención ni solución durante muchos años. La trascendencia del evento residía en que, quien llevaba a cabo esta declaratoria, no era el político tradicional eternamente incrustado en las estructuras que caracteriza a las burocracias mundiales.
No era un político profesional que pudiera desenfundar un largo currículo listando la infinidad de puestos que había desempeñado en la única actividad en donde había desarrollado su larga carrera, la política, escalando uno por uno toda clase de puestos en la burocracia. Este hombre no podía enlistar como el gran activo que sus contrincantes con orgullo presumían; una gran experiencia política. No, él nunca había sido representante, ni senador, embajador, tampoco gobernador, ni miembro de gabinete. Un hombre rudo que no respondía a las agresiones esbozando una sonrisa. No, este hombre respondía a los ataques con la rudeza de un peleador de barrio.